lunes, 30 de junio de 2014

Leyenda en Choachí

Debajo de Güasa donde todo sabe a Güasa, y arriba de Resguardo Bajo donde el crepúsculo siempre llega a destiempo, queda esa campiña llamada Rio Blanco. No Rio Negro, no Rio sucio, Rio Blanco. El melgar de los periodistas bien pagos. Allá en el palacio del zancudo, la quinta de Guillermo Cortés, no hubo día más tenso que el ya lejano 22 de enero del 2000 —Lo lejano es por lo efímero de los tiempos que corren—;  Cuando la chiva fue raptada por 4 sujetos que posteriormente le vendieron a las FARC.

Pero efectivamente no voy a referirme a la historia patria que ya deben saber, ni lo que de allí desprendió al ánimo local, lo que en los periódicos no sale por que no es relevante. Pero destaco que las campesinas lenguas hablaban de la preocupación y el fragor de los venideros meses de comienzo de milenio.

Pero ahora poco nos interesan las inquietudes humanas, porque fue la ausencia del Amo, allí, en la quinta, lo que dejo a los animales en un vacío existencial, impropio de dichas especies; Tanto que las aves no volaban porque ¿para qué?, los gatos no ronroneaban, solo maullaban, los dos caballos: Pacheco (como su primo) y Atilano relinchaban con las trompas en el piso hacia la puerta trasera, y la Mula Renata, la más superflua de las criaturas del palacio, con un destello casi humano en la córnea, añoraba fenecer cual fuera la causa del aire espeso, el bochorno con piquiña, de las que fueron bellas y coloreadas flores pero ahora mustias son.

Así tal cual, como el estado del palacio en que Charles Perrault instalo a la Bella Durmiente, Y que posteriori, El sequito, súbditos y bestias cedieron al sueño, a la zozobra, como una maldición; en esta condición se mantuvo cada partícula del aire, en su respectiva posición, hasta el 13 de agosto, día en que fue rescatado de las manos de sus captores, y la vida en el palacio del zancudo pareció volver a tener la velocidad del tiempo. 

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